Había una vez una joven muchacha alta, delgada, de pelo largo, liso y rubia. Su madre se llamaba Plácida y trabajaba haciendo ropa. A Caperucita le hizo un traje de pantalón largo y pitillo, una camiseta de tirantes y unas zapatillas. Un día Plácida le dice a Caperucita:
- ¿A dónde vas?
- A la biblioteca a estudiar- responde Caperucita.
- Pues antes llévale estas joyas a la abuela a su joyería - dice la madre.
Caperucita cogió las joyas y se fue a la joyería. Cuando pasaba por el paso de peatones se encontró a un burro que le preguntó:
- ¿A dónde vas Caperucita?
- A llevarle unas joyas a mi abuela - dijo Caperucita.
- Si quieres, deja las joyas en las maletas que tengo y te llevo a la joyería - respondió el burro.
- Vale, pero... ¿sabes donde está la joyería? - dijo Caperucita.
- Sí, la que hay en frente del cine - dijo el burro.
Caperucita se montó en el burro y éste, al pasar por la piscina que había cerca de la joyería, como iba muy rápido, frenó de repente, levantó las patas traseras y tiró a Caperucita a la piscina. El burro salió corriendo con las joyas y se fue a la joyería. Cuando llegó a la joyería la abuela estaba sola y se la llevó a una habitación que había dentro. La abuela le dijo:
- ¿Quién eres tú?
- Soy amigo de Caperucita - dijo el burro.
- ¡Ah! y ¿dónde está Caperucita? -respondió la abuela.
- Está detrás de usted -le dijo el burro.
Y la abuela miró para atrás y el burro de un bocado se la comió.
Caperucita, toda empapada, llegó a la joyería y el burro se había puesto la minifalda, la camiseta de palabra de honor y la peluca.
Caperucita le dijo al burro, creyendo que era la abuela:
- Abuela, ¿has visto por aquí rondando un burro?
- No -dijo el burro imitando la voz de la abuela.
- Pues es que tiene las joyas que me ha dado mi madre para ti -dijo Caperucita.
Entonces Caperucita sintió la voz de su abuela de fondo, pegándole patadas al burro dentro de su barriga. Caperucita cogió el móvil y llamó a su madre y le dijo:
- ¡Mamá, mamá, un burro me ha quitado las joyas y se ha comido a la abuela!
Su madre, muy asustada, avisó a la policía. A los diez minutos apareció la policía con su madre. La policía entró por la puerta trasera y le disparó al burro para que cayese dormido, para poder sacar a la abuela.
Cuando la sacaron de la barriga del burro y el burro se despertó, éste dijo:
- ¿Qué ha pasado aquí? ¿Dónde estoy?
- Estás en la cárcel de burros, por comerte a una persona - le dijo un policía.
Al rato vinieron Caperucita, la abuela y su madre para ver al burro, y Caperucita le dijo:
- ¿Dónde están las joyas que te dejé?
- Están en las maletas - contestó el burro.
- Y, ¿dónde están las maletas? - dijo Caperucita.
- En la habitación que hay en la joyería - respondió el burro.
Fueron entonces a la joyería, abrieron las maletas y vieron que las joyas no eran de verdad, eran de mentira, de juguete. Y Caperucita le dijo a su madre:
- Mamá, ¡las joyas no son de verdad!
Y su madre le enseñó el calendario y Caperucita vio que era el día de los Santos Inocentes. Todo era una broma que le habían preparado su madre, su abuela y el burro.
MIRIAM VALENZUELA (1º de ESO) CPR AL-DEHECÚN (Dehesas de Guadix)
